jueves, 10 de octubre de 2019

Heroquest. Más de 20 años de nostalgia

Los más ancianos del lugar recordarán las épocas oscuras del frikismo, aquellas noches de Walpurgis donde si tus padres te veían leer libros de fantasía y/o rol terminaba en bronca y posterior quema del producto "¡A ver si nos vas a matar como el de la katana!", aquellas tardes en sótanos oscuros o garajes de amigos afortunados donde la imaginación era el poder. En aquella época dos juegos brillaban con luz propia por encima de todos los demás.

Cualquiera podía tener el Cetro de Yarek o e El Imperio Cobra. Pero aquellos ricos afortunados tenían el Cruzada Estelar, los más pros el Space Hulk, pero el JUEGO que a todos nos enamoraba era el Heroquest.

Esas aventuras legendarias en mazmorras plagadas de letales goblins y poderosas momias, ese avance de personajes, comprar equipo, derrotar al malvado brujo. Alucinante.

Convertido ahora en carne de especuladores yo conservo mi copia del Cruzada Estelar y adquirí hace poco una en bastante buen estado del Heroquest. Ideal para empezar a jugar con los críos debido a su sencillez pero, al mismo tiempo, no permite el fallo: si el personaje muere, muere.

La caja, cascada como debe ser en un juego de más de 20 años. Reparaciones menores y el regustillo a añejo que no falte.

El interior está en bastante mejor estado que la caja y las piezas de mobiliario casi perfectas. Las miniaturas como nuevas.

Afortunadamente hay mucho material fan fácilmente encontrable, pero al grano, que es lo que importa. Siguiendo mi máxima de "si no está pintado no juega", empecé a meterle pinceles.

Empiezo por las momias y uno de los fimir. Ningún secreto: imprimación negra, pinceles secos en distintos tipos de blancos, lavado en tinta, otro pincel seco en blanco y la "piel" putrefacta mostrada en verde, como la carta. El fimir tiene algo más de trabajo en la piel, pero poco más. 
Miniaturas magistrales para la época, actualmente son extremadamente agradecidas de pintar gracias a sus rasgos exagerados y casi caricaturescos (o sin casi). Estoy intentando mantener los esquemas de las cartas de monstruo lo más posible y es como ir dando color a aquellas tardes de Nocilla y Fanta en casa del cabrón propietario del juego del que no volvimos a saber más (agitar puño fuertemente).

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